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La Arqueobotánica y la Bíblia: El Huerto de Getsemaní

En la Biblia se citan más de 100 plantas que tenían diferentes usos. Quienes vivieron en la época bíblica tuvieron un conocimiento de las plantas y sus propiedades mucho más amplio que la media de las personas de hoy en día. Los restos vegetales en un contexto arqueológico pueden aportarnos más datos sobre la agricultura, costumbres y actividad económica del lugar, pero en determinados casos, como en un contexto bíblico singular, incluso pueden aportar una descripción del terreno y acercarnos más a la historicidad de un pasaje mencionado en la Biblia.

Desde mediados del siglo pasado, se ha hecho imprescindible para la arqueología la ayuda de otras ciencias, encargadas de aportar la información que contienen diversos materiales que no son propiamente artefactos, pero que están en los contextos de las excavaciones. La arqueobotánica (Arqueología de la Plantas) tiene como propósito la recuperación, la identificación , así como la conservación de los restos vegetales encontrados en contexto arqueológico.
El olivo de Palestina fue una de las especies autóctonas más abundantes en tiempos bíblicos, hoy en día, tras siglos de deforestación el olivar palestino es una especie en extinción. El padre Bernardo Lamy, en su obra “Introducción a la sagrada escritura. Cap. III” da testimonio de la abundancia de Olivas que había en Judea y de su constante referencia en el Antiguo Testamento, Salmo 103, versículo 15: “Mas Yo, como oliva fructífera de Dios, esperé en su misericordia “ y Oseas dice: “ Y su gloria será como el olivo”, etc.

En el Nuevo Testamento, el huerto de Getsemaní en Jerusalén, ocupa un lugar preeminente en la narración evangélica, pues es aquí, donde los evangelistas cuentan como Jesús pasó la noche antes de ser prendido: “Llegaron a una finca que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: ‘- Sentaos aquí mientras yo voy a orar’”. (Marcos 14, 32).

La palabra Getsemaní, viene del hebreo "Gat-shemanin" (molino de aceite), era el nombre de una alquería al pie del Huerto de los Olivos. San Jerónimo lo llamó “Vallis pinguissima” (valle fertilísimo) y los cuatro evangelistas lo llamaron huerto, jardín, villa, granja, dominio o heredad. Mateo lo llama “granja” (Mateo 26,36), Marcos, “heredad”(Marcos 14,32), Lucas, lo denomina “monte de las olivas”(Lucas 22,39) y Juan lo llama simplemente “huerto”(Juan 18,1).

El huerto de Getsemaní fue adquirido por los monjes franciscanos en 1666, quienes lo cercaron en 1850 con un muro de dos metros y medio de altura.

¿Es este huerto lo que queda del monte de los olivos de tiempos de Jesús?
Tradicionalmente los peregrinos así lo han creído, pero ¿ Quedan olivos?

Durante el siglo XIX los peregrinos mencionaban ocho olivos milenarios. En su viaje a Tierra Santa, el botánico Schubert dijo: «Se encuentran en este huerto algunos olivos que suben a una antigüedad remota, árboles que hasta los mismos turcos miran con piadoso respeto y no toleran que sean profanados. Su aspecto, junto con la idea de la grande antigüedad que puede alcanzar este árbol, motiva el sentimiento que refiere su origen a muy lejanos siglos. En el interior están huecos; su vacío se llenó de piedra para que el viento no los derribe y alrededor de sus troncos se han levantado algunos montones de cantos, para protegerlos y consolidarlos».

Chateaubriand en su obra “Itinerario de París a Jerusalén IV Parte” añade: «Los olivos del huerto de este nombre en Jerusalén, pertenecen cuando menos, a los tiempos del bajo Imperio. He aquí una prueba; en Turquía todos los olivos que encontraron los musulmanes en su invasión al Asia, solo pagan una corta cantidad al fisco, siendo así que los olivos que se plantaron después de la conquista pagan al gran señor la mitad de sus frutos. Pues bien, los ocho olivos de que hemos hecho mención sólo pagan la corta cantidad señalada a los que se encontraron en la época de la conquista».

No obstante, hay un pasaje de Flavio Josefo en el libro IV Cap. IV de su obra “Historia de las Guerras de los judíos y de la destrucción del Templo y ciudad de Jerusalén” que dice: «Habiendo resuelto Tito abandonar el monte Escopo, para aproximar a la ciudad su campamento dispuso las tropas que creyó suficiente tanto de la infantería como de la caballería con el objeto de rechazar a los sitiados, si se aventuraban a alguna salida y dio orden al resto de su ejército para que nivelase el terreno hasta las murallas. Destruyeronse pues, todas las paredes y cercas que los habitantes del país habían construido alrededor de sus jardines y verjeles y todo el bosque intermedio de árboles frutales terraplenáronse los hoyos y profundidades, fueron derrumbadas todas las alturas por las pequeñas y se allanó todo el espacio comprendido desde Escopo hasta el sepulcro de Herodes, cerca de la piscina llamada de las serpientes».

¿Fueron talados los árboles del monte de los olivos en tiempos del emperador Tito?
Al parecer no, porque el huerto de Getsemaní está en el valle de Josafat, muchos cientos de metros más al sur de la zona descrita por Josefo, es decir, de la línea comprendida entre el monte Escopo y el sepulcro de Herodes de Agripa.

En la obra de 1881 “Diario de una peregrinación” de José Mª Fernández Sánchez y Francisco Freire Barreiro, ambos describen un olivo de seis metros de diámetro y añaden: “No siempre dan fruto los venerables olivos, a causa de su extremada decrepitud. El año que le producen se recoge cuidadosamente y de los huesos se hacen coronas, que con el nombre de santuarios se distribuyen entre los religiosos”.
Con los huesos también se hacen rosarios porque al parecer estos son estériles. Actualmente sólo quedan seis olivos, uno de los cuales data de hace 2.500 años, según las pruebas efectuadas con el isótopo carbono 14.

Otros dos lugares santos de Getsemaní son la Gruta del molino de aceite y la cercana roca de la Agonía. Adyacente al Huerto de los Olivos tenemos la basílica del Huerto de Getsemaní que tiene doce cúpulas pequeñas. Frente al altar mayor se encuentra la roca de la Agonía de Jesús, protegida por un recinto de hierro batido en forma de coronas de espinas. La iglesia es conocida también como Basílica de las Naciones porque su construcción fue posible gracias a los donativos de los fieles de muchos países.

A parte de la tradición y las Escrituras, la pruebas de radiocarbono, la historiografía y en definitiva la arquebotánica sobre los restos del huerto de Getsemaní nos acercan más al lugar donde se desarrollaron las últimas horas antes del arresto, juicio y crucifixión de Jesús.

16 Abril 2009 - Gerardo Jofre



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