Ana y Paco están felices. ¡Van a ir a pasar el día a casa de los abuelos!
Se visten rápido y desayunan muy bien para así estar listos lo más pronto posible.
Como la casa de los abuelos tiene un jardín muy grande, llevan a su perro Matías con ellos para que juegue con el gato de la abuela. Encuentran al abuelo muy ocupado con una pala haciendo un enorme hoyo en un rincón del jardín. Ana y Paco corrieron hacia él para saludarlo y ver lo que está haciendo.
- Hola abuelo!
Y es que al abuelo le gustaba mucho trabajar en su jardín sembrando plantas, cuidándolas, regándolas y se ponía muy feliz al verlas crecer v florecer
-¿Qué estás haciendo abuelo?, preguntó Ana asomándose al hoyo.
-Estoy haciendo un hoyo para sembrar esta planta que me acaba de regalar su abuela, es un naranjo, dijo el abuelo señalando un bonito arbolito de hojas muy verdes.
- ¿Y cuando crezca, va a dar naranjas abuelo?, preguntó Paco, que ya había tomado una pala más pequeña y estaba ayudando al abuelo con el hoyo.
- Claro que sí, dijo el abuelo. Si lo cuidamos y lo regamos, este árbol crecerá y dará ricas naranjas.
- Y los rosales, ¿también darán naranjas?» preguntó Ana viendo un grupo de rosales llenos de flores de varios colores.
-No, contestó el abuelo. En el mundo hay muchos tipos de plantas: Unas dan alimentos, como el naranjo, la planta de frijol, el maíz, etc. y otras sólo hacen el mundo mas bonito, como el rosal. También las hay de diferentes tamaños, desde una pequeña flor hasta un árbol gigantesco del bosque. Y les voy a contar un secreto que ustedes no saben de las plantas...
- ¿Cuál es?, contestaron a coro Ana y Paco.
- Que todas las plantas del mundo son hermosas y son un gran regalo que Dios nos da, para cuidarlas y aprovecharlas, dijo el abuelo mientras terminaba de sembrar el naranjo.
Dios nos dio todas las plantas para aprovecharlas, para que el mundo se vea más bonito, para que podamos comer cosas ricas v nutritivas. ¡Qué bueno es Dios! ¡Qué bien hizo todas las cosas!
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