Marta no sabia que estaba pasando con aquel árbol pero ella veía que las hojitas ya no estaban en su lugar... se estaban cayendo una tras otra.
Entonces decidió ayudar a su querido árbol. Levantó las hojas y las pegó con un poco de pegamento... no funcionó, las hojitas seguían cayendo una tras otra.
Después le puso un poco de celo, y tampoco. Las hojitas volaban agitadas por el viento, y retozando, se dejaban caer sin prisa al suelo.
Entonces decidió atarlas con cintas y lazos..., pero eso tampoco funcionó. Las hojas caían formando un hermoso manto amarillo anaranjado.
Y tras darle muchas vueltas al asunto, dijo en voz alta:
--Si las hojitas quieren jugar en el suelo, entonces ¡"Jugaremos en el suelo"!
Y asi fue como empezo a correr entre las hojas, a saltar sobre ellas como un conejo, a levantarlas con las manos y hacer nubes, a sacudirlas con los pies, a recorrer caminos inventados, a saltar a la pata coja sobre esta y sobre aquella, a taparse con ella y a hacerse un hermoso sombrero con las hojas amarillas del Otoño.
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