“Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos” (Nm. 11:5, 6).
Los antiguos israelitas probablemente adquirieron su afición por el melón y los pepinos durante el tiempo en que estuvieron esclavizados en Egipto. Los eruditos especulan, basados en la clase de sembrados que se cultivaban en Egipto durante este período, que el pueblo de Moisés probablemente recordaba el melón de Castilla, una planta tropical originaria de África Oriental, similar al pepino moderno. De hecho, el melón de Castilla se cultivaba y se cultiva ampliamente en Egipto. Un autor le llamó al melón de Castilla «el rey de los pepinos». Por consiguiente, los melones y los pepinos eran considerados tan valiosos en la dieta de los pueblos de los tiempos bíblicos que a menudo se construían cabañas en los melonares para vigilar a los ladrones
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