“Danos hoy el pan nuestro de cada día”
(Lc. 11:3).
El pan era el alimento habitual de los antiguos, de hecho en el primer libro de la Biblia, el Génesis, ya aparece este alimento como símbolo también de la comida que iba a sostener al ser humano:
“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra de donde fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gn. 3:19).
El pan también se usaba en los servicios religiosos de la época del Antiguo Testamento, cuando se realizaban los sacrificios:
"El sacerdote los presentará ante el Eterno, como una ofrenda mecida, junto con el pan de las primicias y los dos corderos. Serán algo sagrado del Eterno para el sacerdote” (Lv. 23:20).
Jesús comparó su cuerpo –su vida- con el pan:
"Yo Soy el pan de vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre, el que cree en mí, no tendrá sed jamás” (Jn. 6:35).
Así como hay que comer el pan para nutrir y alimentar nuestro cuerpo, así también debemos aceptar a Jesús como nuestro Salvador personal y como nuestro Señor si queremos nutrir nuestra vida espiritual, y esto se hace estudiando su Palabra, que es el pan del alma:
“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. 4:4).
La Biblia es el Pan de Vida de la cual todos pueden comer y obtener vida eterna.
La próxima vez que tengas un pedazo de pan en tus manos piensa en lo importante que es este alimento, ¡ah, y recuerda! Hay muchos niños en el mundo que no lo tienen y sufren por ello. No lo tires ni desprecies
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